Un joven con el arrojo de rebelarse contra la opresión y la injusticia, pero condenado a sufrir una desventura amorosa; su enamorada, casada por obligación con su enemigo, de quien además tiene un hijo; el enemigo en cuestión, encarnación del poder más despótico; duelos a muerte, escenas nocturnas y castillos góticos: todos estos ingredientes, con pequeñas variantes, podrían provenir de una de tantas óperas románticas italianas (y de una buena parte de la literatura europea de la época).
Tal vez por ello Il pirata se haya visto a menudo atrapada en un estereotipo que, hasta cierto punto, ha truncado su historia. Sí, todos esos elementos están presentes. Pero también lo está el buen hacer de un compositor que aún no había cumplido la treintena y que, con esta obra, empezaría a poner los cimientos del auténtico melodramma romántico que más tarde viviría su máximo apogeo de la mano de compositores como Gaetano Donizetti y Giuseppe Verdi.
Bellini buscó un estilo compositivo deliberadamente innovador y puso particular empeño en lograr una íntima correspondencia entre la música y la narrativa. Il pirata sería el trampolín desde el que Bellini alcanzaría el éxito internacional como maestro del bel canto.