Historia del Teatro

BREVE HISTORIA DEL TEATRO REAL 

El Teatro Real de Madrid es una de las instituciones culturales emblemáticas de España y uno de los teatros de ópera más prestigiosos de Europa. Situado frente al Palacio Real, en el corazón de la capital, ha sido testigo de más de dos siglos de historia política, artística y arquitectónica. Desde su fundación en el siglo XIX hasta su consolidación como teatro de ópera de referencia internacional en el siglo XXI refleja el devenir cultural del país.

Antecedentes: El Real Teatro de los Caños del Peral (1738–1817)

El origen del actual emplazamiento del Teatro Real se remonta al año 1738, durante el reinado de Felipe V, cuando el 16 de febrero se inauguró en ese mismo lugar el Real Teatro de los Caños del Peral. La función inaugural representó la ópera Demetrio, compuesta por Johann Adolph Hasse con libreto del célebre Pietro Metastasio.

El teatro tomó su nombre de los Caños del Peral, un lavadero público situado en la zona, que formaba parte del antiguo sistema hidráulico de Madrid, alimentado por manantiales subterráneos. Lo que entonces era un barrio marginal de la ciudad acabaría convirtiéndose en un importante enclave cultural, concebido para dotar a la capital de un espacio digno para la representación de óperas y espectáculos musicales, cada vez más demandados por una burguesía madrileña en pleno auge.

A lo largo de su historia, el teatro acogió óperas de renombrados compositores italianos como Pergolesi, Paisiello y Cimarosa, así como obras de autores españoles, muchas de ellas marcadas por la influencia del estilo italiano. También fue escenario de zarzuelas, bailes de máscaras, comedias y dramas musicales, consolidándose —pese a su arquitectura modesta y su funcionamiento intermitente— como el principal espacio lírico de Madrid durante varias décadas.

En 1813, y a pesar de que el edificio había sido declarado en ruina años antes, acogió de forma excepcional las sesiones de las Cortes Constituyentes de Cádiz, trasladadas provisionalmente desde San Fernando a Madrid. Esta actividad parlamentaria se mantuvo durante unos meses, en la primera legislatura, antes de su traslado al Monasterio de Doña María de Aragón, actual sede del Senado.

En 1816, el arquitecto Antonio López Aguado emite un informe de ruina irreversible del edificio. La causa es un arroyo subterráneo. Desde octubre de 1817 hasta abril de 1818 se llevó a cabo la obra de derribo. El género lírico se trasladó entonces al Teatro del Príncipe y al de la Cruz con temporadas de ópera estables hasta la apertura del Teatro Real en 1850. 
 

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Fundación y construcción del Teatro Real (1817–1850)

En el año 1817, por orden del rey Fernando VII, se emprendió una ambiciosa transformación urbanística en el corazón de Madrid: la reforma de la Plaza de Oriente, un espacio que debía armonizar visual y arquitectónicamente con el cercano Palacio Real. El proyecto de remodelación fue encomendado al arquitecto Isidro González Velázquez, quien definió el perímetro y el trazado general de la plaza. Sin embargo, la responsabilidad de diseñar el futuro teatro recayó sobre Antonio López Aguado, que debió adaptar su propuesta a los límites establecidos previamente por González Velázquez. Esta circunstancia condicionó profundamente la forma del edificio, dando lugar a su peculiar planta en forma de ataúd o hexágono irregular, una característica única que aún hoy define su silueta.

En 1818, por mandato real, se iniciaron oficialmente las obras del Teatro Real. Sin embargo, el proceso de construcción fue largo y complejo, atravesado por frecuentes interrupciones debidas a problemas presupuestarios, inestabilidad política, y otros contratiempos administrativos propios del convulso siglo XIX español. Tras el fallecimiento de López Aguado, en 1831, el proyecto fue retomado y continuado por el arquitecto Custodio Teodoro Moreno, quien respetó las líneas generales de su predecesor y logró dar continuidad a la obra.

A pesar del lento avance, algunas partes del edificio se habilitaron antes de su finalización. En 1835 se completó el Salón de Baile, que comenzó a usarse para celebraciones sociales y culturales, especialmente los populares bailes de máscaras en Carnaval. De este modo, el teatro empezó a tener vida pública incluso antes de su inauguración oficial. De la misma forma, en 1841, el edificio volvió a tener una función institucional: durante un breve período, albergó las sesiones del Congreso de los Diputados, mientras se reformaba la sede parlamentaria habitual, un hecho que refleja la versatilidad e importancia simbólica y estratégica del inmueble desde sus orígenes.

Finalmente, la inauguración oficial del Teatro Real tuvo lugar el 19 de noviembre de 1850, coincidiendo con el cumpleaños de la reina Isabel II, gran impulsora del proyecto. Para la ocasión se escogió la ópera La favorita, del compositor italiano Gaetano Donizetti. A partir de entonces, el Teatro Real inició una etapa de esplendor que se prolongaría durante más de setenta años, convirtiéndose en uno de los grandes coliseos operísticos de Europa. En él se dieron cita las principales voces líricas internacionales, compositores de renombre y producciones de altísima calidad.

  

Teatro

 

Crisis y cierre (1925–1966)

Tras la Revolución de 1868 y el exilio de la reina Isabel II, el teatro perdió su estatus real y fue rebautizado como Teatro Nacional de la Ópera. Este cambio marcó el inicio de una nueva etapa para el edificio, que, a lo largo del siglo XX, atravesaría numerosos altibajos en medio de una compleja realidad política, social y económica. El punto de inflexión llegó en 1925, cuando un colapso estructural en el interior del edificio obligó a suspender todas las actividades y decretar su cierre indefinido. Aunque se iniciaron obras de consolidación poco después, el proceso fue lento, irregular y prolongado: duró más de cuatro décadas sin que se lograra la reapertura como teatro de ópera.

Durante la Guerra Civil española (1936–1939), el Teatro Real sufrió nuevos y graves daños. Un polvorín instalado en su interior explotó, agravando aún más su ya frágil estado estructural. Finalizada la contienda, las precarias condiciones económicas del país impidieron acometer una restauración seria. Así, el edificio permaneció cerrado, deteriorado y sin uso estable, lo que afectó también a los fondos del Museo del Teatro, que habían sido provisionalmente albergados en sus dependencias. Este valioso patrimonio escénico —que incluía vestuario, escenografías, partituras, documentos y objetos de gran valor histórico— quedó disperso, mal conservado, e incluso parcialmente perdido. No fue hasta la creación del actual Museo Nacional del Teatro en Almagro, décadas después, cuando este legado encontró una sede definitiva que permitió su clasificación, restauración y puesta en valor.

De teatro a conservatorio: una nueva función provisional (1966-1988)

En 1966, tras más de cuarenta años de inactividad como espacio escénico, el Teatro Real fue finalmente reabierto, pero no como teatro de ópera. El edificio pasó a funcionar como sala de conciertos y albergó durante varios años al Real Conservatorio Superior de Música y a la Escuela de Arte Dramático, asumiendo un nuevo papel como centro de formación y difusión musical.

El 13 de octubre de 1988, se celebró el último concierto de esta etapa transitoria. La velada corrió a cargo de la Orquesta y Coro Nacionales de España, bajo la dirección de Jesús López Cobos. Como gesto simbólico, el programa repitió el mismo repertorio con el que se había reinaugurado el teatro en 1966: Homenajes, de Manuel de Falla, y la Novena sinfonía, de Beethoven. Con ello se puso fin a un ciclo que había mantenido viva la actividad musical del edificio, a la espera de su recuperación definitiva como teatro de ópera.

Rehabilitación como teatro de ópera y reapertura (1988–1997)

Tras décadas de abandono y uso provisional, el 2 de enero de 1991 comenzaron las obras de rehabilitación integral del Teatro Real, con el objetivo claro de devolverle su función original como gran teatro de ópera nacional. Este ambicioso proyecto arquitectónico supuso una completa transformación del edificio, respetando su valor histórico, pero dotándolo de infraestructuras modernas, tecnología escénica de vanguardia y una acústica acorde con los más altos estándares internacionales.

La dirección del proyecto fue asumida inicialmente por el arquitecto José Manuel González Valcárcel, una figura clave en la restauración del patrimonio español. Tras su fallecimiento, los trabajos fueron continuados y concluidos por Francisco Rodríguez de Partearroyo, quien respetó el diseño original e introdujo mejoras funcionales necesarias para su uso contemporáneo.

La rehabilitación se prolongó durante casi siete años, período en el que se reconstruyó la sala principal, se modernizó la caja escénica, se amplió el foso orquestal y se incorporaron nuevas dependencias técnicas y administrativas. El resultado fue un edificio completamente renovado, capaz de competir con los grandes teatros líricos de Europa, tanto por su calidad artística como por sus capacidades técnicas.

El 11 de octubre de 1997, bajo la presidencia de Sus Majestades los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, el Teatro Real reabrió oficialmente sus puertas como teatro de ópera. La inauguración estuvo marcada por un programa enteramente dedicado a Manuel de Falla, con la representación de la ópera La vida breve y el ballet El sombrero de tres picos, dos obras fundamentales del repertorio lírico y coreográfico español del siglo XX. Una semana después, el coliseo madrileño acogió el estreno absoluto de Divinas palabras, ópera del compositor Antón García Abril, basada en el drama homónimo de Valle-Inclán. Con esta producción contemporánea, el Teatro Real reafirmó su compromiso no solo con el repertorio clásico, sino también con la creación operística actual, abriendo así una nueva etapa en la historia lírica española.

Consolidación como teatro de referencia (1997 - Actualidad)

Desde su reapertura como coliseo operístico en 1997, el Teatro Real ha recorrido un camino firme y sostenido hacia la excelencia artística y la innovación institucional, hasta convertirse en uno de los grandes referentes culturales de Europa y en el principal teatro de ópera de España. Este proceso de consolidación ha estado marcado por una gestión eficaz, una ambiciosa proyección internacional y un firme compromiso con la creación contemporánea, la accesibilidad y la sostenibilidad.

Estrenos mundiales

Desde su reapertura en 1997, el Real ha acogido otros dieciséis estrenos mundiales de ópera: Don Quijote, de Cristóbal Halffter (2000), La señorita Cristina, de Luis de Pablo (2001), Dulcinea, de Mauricio Sotelo (2006), El viaje a Simorgh, de José Mª Sánchez Verdú (2007), Faust-Bal, de Leonardo Balada (2009), La página en blanco, de Pilar Jurado (2011), Poppea e Nerone, de Monteverdi-Boesmans (2012), The Perfect American, de Philip Glass (2013), Brokeback Mountain, de Charles Wuorinen (2014), El Público, de Mauricio Sotelo (2015), La ciudad de las mentiras, de Elena Mendoza (2017), El pintor, de Juan José Colomer (2018), Je suis narcissiste, de Raquel García-Tomás (2019), Marie, de Germán Alonso (2020), Tránsito, de Jesús Torres (2021), El abrecartas, de Luis de Pablo (2022), Extinción, de Agrupación Señor Serrano (2022), La regenta (2023), de María Luisa Manchado y Tejas verdes (2025), de Jesús Torres.

Estabilidad institucional

Un momento decisivo en la evolución del Teatro Real fue la designación de Gregorio Marañón como presidente del Patronato en 2007, hecho que marcó la consolidación de un modelo de gobernanza autónomo, estable y alineado con los estándares de las grandes instituciones culturales del Estado. Coincidiendo con el inicio de la crisis económica, y por iniciativa del Ministerio de Cultura, se estableció un nuevo régimen de funcionamiento que otorgaba al Teatro Real mayor independencia en su gestión. Entre sus medidas principales, figuraba el nombramiento de un presidente del Patronato, elegido entre sus miembros independientes a propuesta del ministro de Cultura, con mandatos renovables de cinco años. Desde entonces, el Teatro Real ha experimentado una transformación profunda y sostenida, que ha tenido un impacto positivo en todos sus ámbitos de actividad: desde la excelencia artística de su programación hasta el impulso de proyectos educativos, sociales, tecnológicos y de proyección internacional.

Coproducciones internacionales y prestigio artístico

Otro de los pilares clave de su consolidación ha sido la política activa de coproducciones con los principales teatros de ópera del mundo, como la Royal Opera House de Londres, la Opéra national de Paris, la Staatsoper de Berlín, el Teatro alla Scala de Milán, la Metropolitan Opera de Nueva York o el Liceu de Barcelona. Estas alianzas han permitido compartir producciones de gran formato, optimizar recursos y consolidar el prestigio del Real como coproductor fiable y creativo.

Diversificación cultural y proyectos trasversales

Más allá de su programación operística, el Teatro Real ha desarrollado en los últimos años una ambiciosa estrategia de diversificación cultural y atracción de nuevos públicos. Un ejemplo es el ciclo Flamenco Real, iniciado en 2018, que ha traído al coliseo madrileño a algunas de las figuras más relevantes del arte flamenco. 

En la misma línea, el Teatro Real ofrece una programación estable de conciertos de cámara, música sinfónica, danza y recitales vocales, entre los que destacan ciclos como Domingos de Cámara o Voces del Real. El compromiso con la formación y el pensamiento crítico también ocupa un lugar central. Iniciativas como Universidad a Escena, La Ópera al Descubierto o Comprender a… buscan acercar la creación artística al público joven y adulto desde una perspectiva formativa, reflexiva y participativa.

Entre los proyectos más singulares se encuentra La Carroza del Real, una estructura escénica móvil que recorre plazas, barrios y municipios de toda España llevando microóperas y recitales a pie de calle. Esta propuesta itinerante permite democratizar el acceso a la ópera, llevarla fuera de los grandes escenarios y fomentar la participación ciudadana de toda España.

Digitalización e innovación: My Opera by Teatro Real

En 2019, el Teatro Real lanzó la plataforma digital My Opera by Teatro Real, un servicio pionero de streaming de ópera, danza y conciertos, que permitió ampliar el alcance del teatro más allá de sus paredes. Durante la pandemia de COVID-19, esta herramienta fue crucial para mantener la actividad cultural y conectar con espectadores de todo el mundo, reforzando la dimensión internacional del teatro. La plataforma se ha consolidado como una ventana global a la producción operística española.

Reconocimientos y premios

El prestigio del Teatro Real ha sido refrendado por numerosos premios y distinciones internacionales. En 2021 fue reconocido como la Mejor compañía de ópera del mundo por los International Opera Awards. 

Real Teatro de Retiro: un espacio para las nuevas generaciones

En 2022, el Teatro Real dio un paso más hacia la formación de nuevos públicos con la apertura del Real Teatro de Retiro, un espacio escénico estable y dedicado íntegramente a los públicos jóvenes e infantiles. Este nuevo teatro permite programar óperas adaptadas, espectáculos familiares, propuestas interdisciplinarias y talleres participativos.

Compromiso con la sostenibilidad: cubierta fotovoltaica

El Teatro Real reafirmó su compromiso con la sostenibilidad instalando una cubierta fotovoltaica de alta eficiencia, integrada arquitectónicamente sobre el edificio histórico. Esta intervención reduce notablemente el consumo energético del teatro y lo convierte en uno de los primeros espacios escénicos patrimoniales con un modelo de autogeneración energética. El proyecto se enmarca en una política integral de eficiencia energética, reducción de residuos, mejora de la accesibilidad y respeto por el entorno patrimonial.
 

 

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