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Sinopsis de 'Gloriana'

Sinopsis de 'Gloriana'
Sinopsis de 'Gloriana'

"Sé que tengo el cuerpo de una mujer débil y frágil, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, y lo que es más, de un rey de Inglaterra". Discurso a las tropas en Tilbury (1588), Isabel I

ACTO I
Escena 1. En el exterior del recinto de un patio de justas en Londres. Robert Devereux, conde de Essex, espera su turno para disputar un torneo ante la reina. En el patio de justas, la multitud aclama la victoria de Charles Blount, barón de Mountjoy. Nada más entrar, el celoso conde de Essex lo incita a batirse en duelo, en el cual resulta herido por Mountjoy. La reina entra con la corte y reprende a los dos caballeros por pelearse. El capitán de su guardia, sir Walter Raleigh, se burla del orgullo de ambos, ganándose su eterna enemistad. La reina reconcilia a sus díscolos nobles.

Escena 2. Apartamentos de Isabel en el palacio real de Nonsuch. La reina comenta el duelo con su secretario de estado, Robert Cecil; es notorio y motivo de escándalo que la misma hermana del conde de Essex, Penelope Rich, sea la amante de Mountjoy, e Isabel se deleita con el evidente malestar de la dama. La propia relación de la reina con el ambicioso y arrogante conde, su favorito en los últimos tiempos, causa reparos a Cecil. Cecil advierte a Isabel de que el rey de España tiene planes inminentes de invadir Inglaterra. La llegada de Essex proporciona a la reina una oportuna distracción de los asuntos de Estado, y le pide que cante para ella. Ella le responde con tierna galantería, seguida de una repentina y violenta declaración de su pasión por él. El conde aprovecha la oportunidad para solicitar a la reina el prestigioso cargo de lord teniente de Irlanda, lugar donde el conde de Tyrone se ha rebelado abiertamente contra el dominio inglés. Su impaciencia va en aumento ante las evasivas de la reina, culpando de ello a la influencia de sus enemigos Raleigh y Cecil. Isabel le ordena retirarse y después pide a Dios que le dé fuerzas para apaciguar su indómito corazón y gobernar sabiamente a su pueblo. 

ACTO II
Escena 1. La sala del concejo de Norwich. La reina está de visita en los territorios del norte acompañada de su corte. El notario de Norwich da la bienvenida oficial a la reina y se representa en su honor una mascarada que celebra el matrimonio entre el Tiempo y la Concordia. Essex se muestra aburrido e impaciente, y se queja de no haber recibido todavía el nombramiento de lord teniente de Irlanda. Isabel da las gracias a sus súbditos por sus pruebas de afecto.

Escena 2. El jardín de la casa de Essex en Londres. Mounjoy se encuentra con Penelope en la seguridad de la casa de su hermano, en la ribera del Támesis. Son interrumpidos por la llegada repentina de Essex, que entra discutiendo con su mujer, Frances; su paciencia con la reina está a punto de agotarse. A pesar de las llamadas a la prudencia de su mujer,  y alentado por su ambiciosa hermana Penelope, Essex aspira a ver el final del reinado de la envejecida Isabel y al poder que pueda traerle.  

Escena 3. El palacio real de Whitehall. En el palacio de la reina se está celebrando un baile. Entra Essex con Frances, a quien ha obligado a llevar un suntuoso y caro vestido que compite con el esplendor del de Isabel. Cuando llega la reina, inmediatamente insta a sus cortesanos a unirse a bailar con ella La volta, una enérgica danza. Al concluir el baile ordena a las damas que se retiren y se cambien.  Frances vuelve conmocionada: le han robado su magnífico vestido. De repente entra Isabel llevando puesto el vestido desaparecido, lo que incomoda a todos y humilla públicamente a la mujer de Essex. Cuando se retira, Penelope y Mountjoy intentan consolar a Frances, pero Essex explota de furia indignado por el insulto de la reina. Inesperadamente, Isabel regresa y sorprende a toda la corte al anunciar que Essex será finalmente nombrado lord teniente de Irlanda. La corte baila para celebrarlo. 

ACTO III
Escena 1. Los apartamentos de la reina, varios meses después. Las damas de Isabel comentan la desastrosa campaña del conde en Irlanda.  La primera dama de compañía oye una gran agitación en el patio inferior y de repente Essex irrumpe en la sala e insiste en ver a la reina. Él mismo corre la cortina de los aposentos privados, desvelando a una reina desvestida, sin maquillaje ni peluca. Isabel ordena retirarse a sus damas y con tristeza, permite que Essex la vea como es realmente. Pero cuando Essex trata de justificar su fracaso en Irlanda con el anuncio de una tregua, ella estalla indignada y le acusa de incompetencia y deslealtad. Tras despedirlo, permite que sus damas la vistan y consulta con Cecil sobre el destino de Essex. Este la advierte del carácter recalcitrante de Essex, que con el apoyo de las fuerzas irlandesas en retirada supone una verdadera amenaza para el poder real. Ella ordena que Essex sea puesto en arresto domiciliario. 

Escena 2. Una calle de Londres. En una taberna un cantor ciego relata las últimas noticias a los parroquianos. Essex ha roto su arresto domiciliario y está tratando de sumar Londres a su causa con el fin de declarar traidores a Cecil y Raleigh y ocupar el palacio de la reina. Henry Cuffe, un aliado de Essex, entra con varios soldados y trata de convencer a los presentes para unirse a la rebelión, pero la dueña de la taberna los echa. Se escucha al pregonero real proclamar la noticia de que Essex ha sido declarado traidor y que será detenido.

Escena 3. El palacio de Whitehall. Essex ha sido capturado y encerrado en la Torre de Londres. El consejo de la reina, liderado por Raleigh y Cecil, condena a Essex a la pena de muerte, pero la reina es reacia a firmar la sentencia. Ordena que todos se retiren, pero pronto sus pensamientos atormentados son interrumpidos por la llegada de Mountjoy con Frances y Penelope, que han venido para rogar por la vida de Essex. La reina recibe amablemente a Frances, pero le enfurece el orgullo y la obstinación con los que Penelope insiste en el rango y la gloria del conde traidor. Isabel firma rabiosa la pena de muerte en presencia de Penelope. Consumada la sentencia, el tiempo y la posición cuentan cada vez menos para la anciana reina. Inmersa en las divagaciones de su mente, ve acercarse el final de su vida y el reinado de Isabel.