Amores que no se marchitan
Cuánta fragilidad, soledad, impotencia y cuántos anhelos. Alain Platel es un gran artista.
Hay amores que nunca se marchitan. Por ejemplo el mío por el zumo de manzanas, zanahorias y jengibre. O por conducir de noche con música de Spinvis. Por frases que me hubiera gustado haber escrito. Por el momento en que se apaga la luz en una sala de teatro llena. Por aquella sonrisa que me hace sentir bien de verdad. En esta serie de amores también está el amor que siento por la sala de ensayo. No importa lo desagradables que sean estos espacios, salas oscuras, mal ventiladas y apenas calentadas, en ellos he vivido experiencias que ni las más grandes producciones hubieran podido emular. Porque hay algo espléndido en la fragilidad del ensayo, la inspiración de la primera vez, en la magia de estar presente cuando, de repente, la química funciona.
Me permitieron el acceso a este cuarto de ensayo la semana pasada y fue casi el mejor regalo de Navidad. Todo gracias a Alain Platel. Está ensayando C(H)OEURS, un espectáculo que gira en torno a la música de Verdi y Wagner, por encargo de Gerard Mortier para el Teatro Real en Madrid. Trabaja en Gante con diez bailarines y más de cien voluntarios que sustituyen al coro madrileño de ochenta personas. En una producción que plasma la tensión entre las masas y los individuos, Alain Platel quiso dar a este grupo un papel que va más allá del canto estático. Por eso buscó a personas dispuestas a venir todos los sábados sin remuneración y sin haber tenido experiencia teatral previa, para ayudarle a encontrar aquello que mejor puede funcionar sobre el escenario. El artista estaba conmovido por la reacción de los voluntarios y la cantidad de gente que se presentó para el proyecto. Porque querían estar allí todos los sábados, juntos y con él. Acaso ¿no buscamos todos pertenecer a un grupo, grande o pequeño?
El estreno mundial de C(H)OEURS tendrá lugar el 12 de marzo, pero Alain Platel ya tiene material de extraordinaria belleza. Pude presenciar cuatro partes sueltas, momentos en los que se unen el coro y los bailarines. La primera imagen parece irreal. Podría ser una proyección. Una sombra que vibra como cuando el asfalto desprende muchísimo calor. A medida que la luz se hace más fuerte, vislumbras a una persona, o al menos eso crees. Intuyes que puede ser una mujer, pero sin cabeza, con unos brazos demasiado delgados. Resulta ser un hombre, de espaldas. Lleva puesto un vestido que se quita tan lentamente que el mundo parece haberse detenido. Un cuerpo musculoso, desnudo, temblando. Como si tuviera un calambre. La cabeza agachada. ¡Cuánta fragilidad! ¡Cuánta soledad e impotencia! ¡Cuántos anhelos de consuelo, cercanía y tranquilidad! Así lo percibo. La vida no es agradable. Y en realidad todo está por hacer.
Diez fantásticos bailarines dan todo lo que tienen, unos son conocidos, pero otros son nuevas promesas. Es revelador observar cómo se atreven a buscar su propia indefensión. Pero quizás lo que más llama la atención, por inesperada, es la belleza del gran grupo de voluntarios que entra en acción. Me puedo imaginar que un llamamiento de les ballets C de la B, una compañía de danza con vocación internacional, encuentre una respuesta inmediata en un público joven y moderno. Jóvenes veinteañeros con estilo, ambición e interés por la danza, que quieren verlo todo de cerca y miran qué son capaces de hacer. Pero veo gente de todo tipo. Los hay muy jóvenes pero también algunos que ya han pasado la edad de jubilarse. Chicas rebeldes al lado de hombres trajeados. Mujeronas junto con chicos frágiles con ojos de soñadores. Es precioso porque son humanos. Son personas que se atreven a estar allí, tal como son.
A veces son una masa, y dan miedo, con su fuerza arrolladora. Su uniformidad es amenazante: todo lo hacen al unísono. A veces representan el individuo. El hombre o la mujer con sus propios sueños, pensamientos, imaginación y sentimientos. Por ejemplo cuando una de las bailarinas hace las preguntas ideadas por la coreógrafa de la compañía, Christine De Smedt. “Quien crea que podrá encontrar aquí en esta sala a su amado, que dé un paso al frente.” “Quien siga creyendo en el amor eterno, que dé un paso al frente.” Es fascinante lo que algo tan sencillo puede llegar a decir de ellos, de nosotros.
No me acuerdo cuánto tiempo permanecí en la sala de ensayo. Fue fascinantedesde el primer minuto hasta el último. Era abrumador; y sólo es el inicio. Basado en lo que he podido ver, C(H)OEURS promete mostrar muchas cosas. Sobre el hombre en su máxima expresión como ser humano. Impotente. Solo. Temeroso. Confundido. Herido. Agudo. Astuto. Buscando. Manipulando. Deseando. Eligiendo. Huyendo. Volviendo. Sobre la vida como la conocemos pero nunca la hemos visto. Hay amores que no se marchitan. El amor que siento por Alain Platel es uno de esos amores. Pronto le daré la palabra en este periódico. Seguro que ustedes también querrán saber qué nos puede contar.
Griet Op de Beeck
De Morgen
News
Nos colamos en los ensayos de ´C(H)OEURS´
La periodista belga Griet Op de Beeck escribe en su columna en el periódico De Morgen, que aqui reproducimos, sobre el desarrollo de los ensayos de les ballets C de la B para el espectáculo 'C(H)OEURS', que se estrenará mundialmente en el Teatro Real el 12 de marzo.